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No era el plan que tenía, no conseguí los papeles, pero terminé con ocho millones en mis bolsillos y tres cadáveres en la bóveda del banco.

-Perdón chicos -les dije cuando levanté el arma y disparé tres veces, tres a la cabeza, limpio y rápido, se cayeron al suelo.

Seguí por el gomón hasta el descampado en el que habíamos quedado con los otros dos para irnos en el auto.

-¿Y los demás? -me dijo Julio cuando se me acercaba para ayudarme a subir los bolsos al los autos.

-Ya vienen -le dije.

Volví a sentir el metal frío del arma. Tenía otra opción que hacer.

 

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