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-Entonces, cuénteme desde el principio -me dice el joven sentado en el sofá frente a mí.
-¿Se refiere a la primera vez que F.A. vino a verme?
-Sí, desde el primer momento que lo conoció y cómo lo convenció para que hiciera lo que hizo.
-Bueno, eso fue hace más de diez años yo era bastante joven, por eso me anime a hacerlo -le digo mientras tomo mi bebida del otro lado de la mesa baja-. Pero, mejor le cuento todo con sumo detalle.
El timbre de la puerta me despertó. Miré el reloj de mi celular que marcaba las ocho de la mañana, suspiré profundamente. Era sábado.
El hombre que me sonrió cuando abrí la puerta se veía joven, debía tener unos treinta años, tenía el pelo castaño claro y los ojos marrones e iba vestido con unos pantalones de traje, un sweater negro de cuello alto y una chaqueta de traje.
-Hola, buenos días. Soy F.A, un amigo tuyo me dio tu dirección. Vengo a proponerte algo muy interesante -me dijo con una sonrisa que se elevaba más hacia el lado derecho.
-¿Qué amigo? -le dije confundido y desconfiado